miércoles, 9 de marzo de 2011

La influencia del Anime

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El primer contacto que tuve con el Anime (animación japonesa) fue como a los 5 o 6 años, antes de eso había visto un poco a los Power Rangers quer eran un especie de Shonen utópico, recuerdo algo de Doug, Tintin y Cocomiel, si bien algunos me gustaban mucho y al día de la fecha me siguen gustando, nada se comparaba con lo que iba a venir.

Recuerdo bastante bien una tarde en la que yo había vuelto del colegio a la casa de mi abuelo, en ese entonces yo estaba en el primer año de la escuela Primaria. Debo haberme puesto a boludear con la tele y vi lo que desde ese momento iba a convertirse en una pasión para el resto de mi vida. Un pendejo con super poderes que cagaba a palos a los malos. Con un opening genial, canción pegadiza y un protagonista que sonreía de oreja a oreja sin mostrar ningún tipo de culpa por haber fajado y/o matado a alguien en le capítulo anterior. Dragon Ball fue amor a primera vista.

Por supuesto lo seguí desde ese día hasta que cumplí los 12 y Magic Kids pasó el final. Con el tiempo y dedícandole horas y horas a la televisión fui descubriendo otros anime que tendrían influencia en mi vida. No drasticamente como haciéndome padecer epilepcia, pero la influenciarían al fin.

Cuando vi por primera vez Slam Dunk un anime de chicos de secundario que jugaban al basquet contra otras escuelas, sufrían en los partidos y de tanto en tanto se cagaban a piñas no lo pensé dos veces y empecé a incurcionar en ese deporte. Por suerte a 4 cuadras de mi casa había una cancha de basquet más o menos decente. Como todos mis "amigos" del barrio jugaban al fútbol y yo era medio malo, decidí probar suerte en "el Playón Polideportivo de Barrio Los Granados".

Jugar basquet fue una de las primeras cosas que decidí tomarme en serio gracias a la motivación del anime. Iba religiosamente todos los días a jugar/practicar (hasta recuerdo haber madrugado para ir a tirar al aro). Era el peor de todos los que jugaban ahí, sin contar que era muy bajito, pero algo me inspiraba a seguir para mejorar. Más tarde descubriría que ese algo era sentirme identíficado con el protagonista de la serie, Hanamichi Sakuragi, un chico de 15 años, colorado, al que no le daba bola ninguna mina y empezó siendo malísimo en el basquet, lo único que lo engrandecía era que media 1.80, que podía cagar a trompadas a cualquiera y que jugaba y se mataba entrenando para poder acercarse de alguna forma a la chica de la que estaba enamorado, que era fanática del basquet obviamente.

Más tarde, un poco gracias a la obsesión de mi madre, el anime me llevo a hacer el esfuerzo más grande de toda mi niñez. Prepararme para rendir el ingreso al colegio secundario Manuel Belgrano, hasta el día de hoy uno de los mejores colegios secundarios de mi ciudad, es el colegio al que asistió mi madre (de ahí el interés) y al que asiste actualmente mi hermano menor.
Recuerdo como me levantaba a la mañana en pleno invierno cagado de frio y me iba en bicicleta hasta la casa de mi "profesora particular" (una vieja chota que debería estar presa) para preparar los temas del examen. Yo sabía sin embargo que el esfuerzo iba a valer la pena, ya que sabía también que en ese colegio existía la escuadra de basquet en la que podías jugar si eras bueno, y yo a esa altura ya era bueno. No me importaba una mierda más que eso, esa era mi motivación. Había escuchado de la boca de mi madre que era un muy buen colegio, el mejor de Córdoba, que tenía esto y aquello. Todo eso me chupaba un huevo, yo quería entrar anotarme en la escuadra y jugar partidos contra otras escuelas igual que Hanamichi y el equipo de Shohoku.

Para bien o para mal fallé el examen y no quise volver a intentarlo de nuevo por motivos que quizás cuente algún día. Pero lo que sí había aprendido era que esforzándose uno puede mejorar y hacer bien las cosas. Y eso lo había aprendido mirando anime.

Ahora que lo recuerdo, algo parecido había pasado cuando miraba Super Campeones (Capitan Tsubasa), pero el furor no duró mucho, también recuerdo sueños geniales en los que salía volando, me cagaba a piñas y tiraba rayos de energía con las manos. En fin, el anime tuvo bastante relevancia en mi niñez y hasta diría que en mi adolescencia con I''s y algún que otro caso que no recuerdo puntualmente. Hasta el día de la fecha me gusta y hay series muy interesantes para ver.
Para quien no conoce del tema son sólo dibujos animados donde todos poseen poderes y los personajes tienen unos ojos enormes, pero la verdad es que el anime, más bien el manga diría yo, es mucho más que eso. Cuenta con excelentes guiones que hace gente que se quema la cabeza pensando historias que valgan la pena, además de tratar diferentes temáticas, como la guerra, la historia japonesa (se tiene muy en cuenta y en todos los anime se pueden encontrar rasgos particulares de esa cultura), el racismo, la sexualidad, la religión, etc. Hay animes y mangas que son realmente obras de arte y vale la pena verlos, también películas, es sólo cuestión de incurcionar y no prejuzgar.










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viernes, 17 de diciembre de 2010

Si lo pienso

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Si lo pienso Dios hizo al hombre a su imagen y semejansa. A lo que podriamos decir tranquilamente que nuestro amigo es un...

Irresponsable

Egoista

Dañino

Miserable

Sádico

Ventajero

Ambicioso

Individualista

Depravado

Cobarde

Ególatra

y muchas cosas más...









aunque también tendría su lado amable, no?




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domingo, 21 de noviembre de 2010

Delirios de grandeza

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Ultimamente me he estado alimentando con el olor del exito ageno (lo cual es bueno y malo), desde gente cercana conocida, hasta grandes a los que conozco por foto. En este tiempo de lenta maduración odiosa, empecé a indagar, en realidad más bien a entretenerme con el trabajo de otros. Artistas gráficos, escritores, músicos, diseñadores, aquellos que llaman mi atención para resumir.

La verdad es que me da un poco de envidia esta gente, me refiero a aquellos que pueden hacer lo que aman y vivir para seguir haciéndolo. Pero cuando los veo no puedo evitar proyectarme viviendo como si mis pies fueran los de ellos. Desde una madre con vocación por la enseñaza, un periodista que va a hacer la revista de sus sueños, hasta una vecina artista que se está destapando, y así podría seguir toda la noche, de todas estas personas hablo cuando digo que siento un 5% de envidia y un 95% de admiración por lo que hacen.

Querer ser como esa gente y averiguar de qué forma se hace es todo un dilema. No es de ahora que lo vengo pensando, en mi cabesita ya me he dibujado una serie de pasos para lograrlo. Uno es básiquisimo, lo conocen todos, así que voy a dar por sentado que todo el mundo sabe de lo que hablo. Y el resto ya es de caracter personal, todas las criaturas del señor son distintas, por lo tanto todos los caminos si bien pueden cruzarse, son totalemte distintos.

Es en eso en lo que he estado disperso últimamente, en esa cuestión de decidir por cuál camino comenzar a andar. Pensar que joraca quiero, desarrollar una visión del futuro que sueño, agarrar un pico y una pala y largar. Es por eso que me resulta odiosa el tramo de esta etapa, y lo voy a resumir con una palabra tengo grabada a fuego: DESFASAJE. Un periodo caquero en el que estás como un bobo a mitad de camino, no vas ni para atrás ni para adelante, lo único que se puede hacer es mirar hacia los costados

Hoy me dieron ganas de escribir acerca de esto, de las ganas de ser quien uno pretende ser.
De cómo se consigue eso y de cómo es el camino no puedo ni opinar, sólo soy un borrego que está queriendo asomarse a espiar un mundo de grandes.










Post/Data: Planeo dejar esta abierta la cuestión, ya que lo que acabo de hacer no fue más que un capricho. En estos días voy a hacer el proceso mental que corresponde para ya compartir esta idea de forma un poco más decente, oh sí.










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viernes, 5 de noviembre de 2010

Detesto 4#

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* Quedarme sin bebidas alcholicas en medio de la noche

* Que la lluvia impida la rápida adquisición de lo anteriormente mencionado

* Que me escupan el asado descaradamente

* Que mis medias se rompan en el dedo gordo

* La comida desabrida

* A los naranjitas

* Que me cresca el bigote

* Que cueste tanto conseguir cuete

* Dormir incómodo

* A la raza humana


Fin



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martes, 2 de noviembre de 2010

¿Tiempo de cambios?

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Hoy hace una hora aproximadamente, volvía a mi casa pensando en cómo iba a despotricar en contra de la humanidad y sus miserables miserias, en como iba a putear a diestra y siniestra, aun conciente de que no repararía nada con eso. Y de golpe, casi llegando a la parada del colectivo surgió en mi algo inusual, pero qué extrañamente se viene jestando hace bastante ya y lo he dejado pasar por alto.


El día de hoy venía siendo un día común, exepto por el calorón que hizo todo estaba bien. Hace unos días se presentaron un par de malestares, o en realidad sólo uno, el otro ya estaba. Saqué dos turnos para hacerme atender. Uno me lo dieron para hoy 2 de Noviembre y el otro para mañana - ¡Fantástico! - dije yo, no hay mejor cosa que hacerse revisar lo antes posible, cosa difícil porque por lo general un turno te lo pueden dar en una, quizás dos semanas.


Después de terminar con mis "tareas" me fui en colectivo al centro de salud, viaje dormido en varios trayectos y cuando estaba llegando a la parada en la que tenía que bajarme me desperté de golpe y bajé apurado pensando en que se me iba a hacer tarde para ver al doc. Para serciorarme de eso quise sacar mi teléfono celular para ver la hora y ¡sorpresa! mi teléfono no estaba en el bolsillo en el que lo había dejado. Gran descuido de mi parte, sabiendo como son algunas personas, en fin, no le dí mucha importancia (al principio) y seguí caminando rápido para no perder el turno.


Llegué a destino y esperé a ser atendido, mientras una señora gorda discutía con el empleado al que tenía que pagarle el bono contributivo. La señora habló aproximadamente por unos 5 minutos y cuando desistió de lo que sea que estuviera reclamando, atendieron a otra señora y después me atendieron a mi. Pagué el bono y me anuncié en resepción. -No hay situación que no pueda empeorar - esa frase fue la que se me cruzó por la cabeza cuando el resepcionista me dijo que el Dr no me acuerdo cuanto se las había tomado.


Saqué un nuevo turno y me fui a mi casa, ahora sí, indignado por el robo choto y sin mucho esfuerzo que me habían hecho y frustrado por haber ido al pedo hasta ese lugar, en ese momento empezó a molestarme todo a mi alrededor, los semáforos que no me dejaban avanzar, el calor, el dolor de estómago que me daba el solo hecho de pensar en matarme tomando cerveza cuando llegara a casa, el ruido, el smok, el pago de la deuda externa, todo. Y de un momento para otro, cuando iba llegando a la parada del colectivo, en mi cabeza se accionaron una serie de pensamientos positivos, que no me caracterizan para nada. De la nada y sin darme cuenta ya estaba mirando el vaso medio yeno, en vez de roto y con toda el agua desperdiciada en el suelo.


De golpe mi mente ya le había sacado ventaja cada uno de los hechos recientes. El hecho de no tener teléfono y no poder comunicarme con nadie, en especial con mi novia que está a unos 1000 km de distancia, me hizo pensar en poder explayarme más con un e-mail de unos cuantos párrafos, en vez de con mensajes de pocos carácteres. Que de esta forma me sentiría ansioso como, un chico en navidad, por recibir respuesta de ella y que sería otra forma tan o más agradable de comunicarme con ella. Una variante aceptable, pensando que hace años ninguna de los dos métodos existía y que la gente se las arreglaba de igual forma.
Luego pensé "al menos el Gastroenterólogo podrá llegar antes a casa, a ver a sus hijos y a su esposa, o simplemente a descansar después de su día de trabajo", era increible como de la nada y por generación espontanea aparecían ideas positivas en mi cabeza.


En ese momento recordé que este cambio no es cosa de hoy, sino que ya se venía dando y yo era muy conciente de ello ¿Qué había pasado con la idea de que la gente de tanto en tanto hacía que el vivir se tornara odioso? ¿a dónde estaba el yo que creía que esos que intentaban sacarle una tajada de positivismo a las desgracias prácticamente lo único que hacían era rechazabar la realidad estúpida e inutilmente? ¿en qué lugar se había perdido todo eso? (ni falta hace que lo piense demasiado, la culpable tiene nombre y apellido). El punto es el siguiente, el positivismo me está dominando, ya no es la ligera capa exterior que cubre la maraña de mala leche que me agarra cuando me pongo mal. Ahora viene al último, como desde mi conciencia, como si una voz me hablara para calmarme y sobarme la espalda, para que entre en paz ¿Será un mecanismo de de defensa, para que mi mentesita no entre en estado de alteración? Quién sabe.

Por último, antes de que el día diera un vuelco inesperado y pudiera ser feliz por unos minutos, un bicho se pozó en mi ombro, cuando quise sacármelo orinó y me dejó un olor horrible, ahora se me llena el culo de preguntas para saber que tendrá de positivo eso. Se los cuento en la próxima si me acuerdo.










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viernes, 8 de octubre de 2010

Crónicas de un perdedor: parte 2

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Resignado, salí del local, saludé amablemente a Agustín y al pelado Maxi, caminé hasta la escalera y cuando pisé el segundo escalón me di cuenta del tiempo que había invertido, en la esperanza que acababa de romperse de conseguir trabajo, en los cospeles que había gastado, en la cara de orto de los clientes que había soportado al pedo, básicamente en todo lo que había sido en vano por así decirlo. En ese momento me invadió por cinco segundos un sentimiento bastante común en mí: sentí decepción hacia mi propia especie, triste de ver cómo la codicia y el individualismo te convierten en una mierda más, y eso que yo había recibido una caricia a comparación de las cosas terribles que le pasan a otras personas. Pasados esos cinco segundos, apreté los dientes y quise volverme a tirarle todos los estantes y golpear al que intentara detenerme, como a todo esto mis piernas siguieron moviéndose y ya estaba en la puerta del Tontódramo, entré en razón y desistí de mi idea.

Volví con pocas ganas a mi casa, tragando saliva y masticando el fracaso de hacía un rato. No quería que nadie me preguntara nada, no quería ver la cara de buenos ánimos de quienes tenían fe en que iba a conseguir ese trabajo, para decirles "no va a poder ser, porque el viejo hijo de mil putas ese me sacó cagando".

Al tiempo de no encontrar trabajo, una semana después más o menos, un día mientras iba con la mente en blanco manejando me sorprendió una mujer llamando desde un número privado.

"Numero Privado" -leí en mi celular- este debe ser Juancito, pensé.  

Yo: ¿Qué hacés Juan? estoy manejando ahora, te llamo más tard...

Mujer: hola habló con Nah... (Tuuuuuuuu)

Yo: uh que pelotudo para qué corté... espero que vuelvan a llamar...

(Sonó el teléfono de nuevo y rogando que no me viera un zorro gris porque iba por pleno centro, atendí el teléfono)

Yo: ¿hola?

Mujer: hola sí se cortó recién ¿habló con el señor Nahuel Araujo?

Yo: sí, él habla...

Mujer: te hablo de JC vos nos dejaste un curriculum la semana pasada ¿quería saber si podrías asistir a una entrevista mañana por la mañana?

Yo: sí ¿a qué hora más o menos?

Chica del tel: ¿a las 10 de la mañana podrías?

Yo: sí sí, puedo ¿en el local de JC?

Chica del tel: sí, ahí mismo.

Yo: listo, muchas gracias.

Chica del tel: no, por nada.... (Tuuuuuuu)

“Bueno, una nueva oportunidad... habrá que ver”. Yo habló sólo, todo el tiempo, en el auto, en mi casa, casi siempre si estoy sólo, casi.

Al otro día me vestí en forma presentable y llegué con 2 o 3 minutos de puntualidad, le dije a una chica que estaba en la caja que tenía una entrevista a esa hora...

Chica caja: ahhh la chica que hace las entrevistas no vino todavía, es raro porque tenía que estar acá a las 10 ¿te podés dar un vuelta tipo 10:30? 

Yo: sí, en media hora vuelvo, nos vemos.

Estuve dando vueltas por el micro centro, por los locales a los que siempre voy para pasar el tiempo. Me entretuve mirando historietas, sombreros, juguetes, cd's y pensando en las cosas lindas que podría comprar con un sueldo. Se hizo la hora y con el presentimiento de que no iban a atenderme aún, volví al local.

Chica caja: hola... no vino todavía la chica ¿querés darte una vuelta tipo 11? seguro va a estar...

Y: sí, dale, no hay drama...

Y me fui sonriendo, pero por haber estado en lo correcto, era obvio que no quería volver como un idiota cada 30 minutos, pero bueno, así es la vida supongo (?)
No me acuerdo qué hice para pasar ese rato pero cuando se hizo la hora, aparentemente la entrevistadora ya estaba en el local así que me hicieron esperar sólo 23 minutos más y me atendieron.
Subí unas escaleras y en el primer piso me atendió Adriana, parecía una de las dueñas, o parte de la familia que era la dueña de la compañía. Había bastante gente trabajando en ese lugar y se notaba que trabajaban mucho, el lugar estaba desordenado pero organizado a la vez, más bien era un quilombo y los únicos que sabían dónde estaba todo eran ellos (y hasta por ahí nomás).

Adriana fue mi entrevistadora, me preguntó mucho sobre mi familia y poco sobre mí mismo, cuando le dije que tenía 19 años y que era mi primera experiencia me dijo: - hay sos muy chiquito... bueno, si querés te hago la prueba hoy, la hacés ahora y parás 20 minutos para comer y después te quedás hasta las 7, o andá a tu casa y volvé tipo una, una y media.-

Ahora que recuerdo, cuando Adriana me contó cómo iba a ser el "trato", dijo bien claro que yo trabajaría haciendo la prueba esos días de 9 de la mañana a 18, 19 hs más o menos, que el sueldo era el básico mínimo de los empleados de comercio y que los días de prueba se pagaban con viáticos incluidos, recuerdo muy bien cuando dijo "los días de trabajo YO los pago", eso me sacó la duda al menos de saber si eran más o menos cagadores que los de la última vez. 

Terminé volviendo a mi casa a almorzar ya que no tenía plata para comer en el centro. Tuve el tiempo justo para tomarme el colectivo, comer y volver. Cuando llegué por octava vez al local Adriana me mandó a que ayudara a "Clari" (así se llamaba si mal no recuerdo) y me dijo que sólo podía recibir órdenes de ella, de Aldo (parte de la familia si no me equivoco), de la ya mencionada Clari y de la Señora Elda, que parecía ser la que poseía mayor jerarquía en el lugar y mayor cantidad de años por igual.

Clari tenía una cara de orto como pocas veces he visto, lo cual era totalmente entendible “nadie puede ser muy feliz ni estar del mejor humor cuando es explotado” diría mi madre, y en un principio me trataba forzadamente bien. Después de unas horas no aguantó que no pudiera etiquetar bien unas prendas y empezó a tratarme como el orto, no soy sensible al maltrato de nadie así que seguí haciendo lo mío, tratando de no cometer errores y listo.

El trabajo no me gustaba, era horrible, empecé a entender un poco a Clari y al resto de la gente que me rodeaba, ninguna de las chicas parecía feliz, el único más o menos optimista era el pibe que hacía reposición, pero el resto de la gente estaba de mal humor y bastante alterada, un ambiente nuevo para mí al que no iba a ser muy lindo acostumbrarse.

Pasaban las horas y yo tenía sed, ganas de mear y tirarme pedos, por supuesto dejé mis necesidades para después, lo único que hacía con carpa de tanto en tanto era mirar la hora, tengo una manía con eso, necesito saber qué hora es a cada rato.

Finalmente se hicieron las 8 de la noche y yo ya quería irme a la mierda para no volver nunca más. Está bien, necesitaba el trabajo, pero francamente prefería limpiar vidrios a volver a ese lugar.
Después de llevar unas 19 bolsas de tela del depósito a la planta baja me dejaron ir a mi casa. Estaba en la puerta del local cuando Aldo me dijo: -Andate con los chicos para ver dónde es el depósito y bueno... mañana te esperamos a las 9, hasta esta hora más o menos-

Yo: buenísimo (con una sonrisita de falsa, falsísima satisfacción), una pregunta señor Aldo

Aldo: sí, decime

Yo: Adriana hoy en la entrevista me dijo que los días de trabajo durante la prueba ella los pagaba, con viáticos y todo ¿arreglo con ella ese tema?

Aldo: no... ¿Ella te dijo eso? no... Nosotros no pagamos los días de prueba, pagamos los días de trabajo en blanco, cuando ingresas.

Yo: ah bueno, debo haber entendido mal, me voy con los chicos al depósito entonces… 

Aldo: bueno bueno, nos vemos mañana.

Yo: nos vemos. 

Pedazo de culiados -pensé yo- y caminé directo a la parada del colectivo, ningún deposito.
Sé lo que pensarán muchos, porque ya me lo dijeron algunos otros: que no tenía que haber preguntado eso, que tendría que haber vuelto, que derecho de piso, que pin que pan, que esos días en una de esas si me quedaba los recuperaba, y muchas cosas con las que, teniendo en cuenta que me mintieron, que ya pasé por eso y que mi situación económica no es crítica, estoy totalmente en desacuerdo.
Es obvio que otro que se la aguante más que yo va a tomar el puesto, quizás esté mal que haya tirado todo a la mierda antes de empezar, algo dentro de mi me dice que lo está, pero bueno, elegí aprovecharme de mi situación (relativamente poco demandante), y seguir en la búsqueda de algo mejor, a trabajar para personas poco serias y explotadoras.
Ya he pensado en que si voy a dejar que alguien me explote, ese voy a ser yo mismo y así terminar (espero) con las crónicas de un perdedor.







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martes, 28 de septiembre de 2010

Crónicas de un perdedor: parte 1

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Esto pasó hace ya un mes creería, pero igual sigue bastante fresco en mi memoria. La historia tiene como protagonista a su buen amigo quien les escribe, que como algunos ya saben busca/ba trabajo toda la semana sin tener un gramo de suerte. Estas "crónicas" relatan como las cosas de vez en cuando (casi siempre) no salen como uno espera que salgan, es decir, salen como el orto.

Así empieza...


Miércoles 8:30 (más o menos)

-A ver qué mierda hay hoy en los putos clasificados- pensaba yo. Hice un repaso, anoté unos en los que pedían cadetes para zapaterías del centro y otro que decía:

* Vendedor de 20 a 25 años disp. horaria Drugstore P. Olmos 2P -

Esa mañana hice mi recorrido por los locales del centro dejando mi curriculum por aquí y por allá, y por último me tocó ir al Tontódramo donde me atendió un señor como de 50 y picazo de años...

Yo: hola, qué tal (nos damos la mano)

Eduardo el viejo culiadaso: hola... ¿tenés experiencia laboral vos?

(Así con las cejas levantadas como entre amenazante y serio)

Yo: no, estoy buscando trabajo hace poco porque este año no estoy cursando en la universidad...

(-llegó la hora de mentir descaradamente- pensé)

Eduardo: ¿tenés disponibilidad horaria? Porque no quiero que me digan después “no puedo venir porque tengo que rendir, o esto o lo otro” ¿vos tenés disponibilidad horaria de 10 a 22? Si vos me decís “sí”, yo te anoto y vemos, sino directamente chau.

Yo: Sí, tengo esa disponibilidad…

En resumen siguió preguntando lo mismo que preguntan la mayoría de los entrevistadores, nada que no estuviera escrito en mi curriculum, salvo algunas preguntas sobre mi familia. Lo único que remarcó fue el tema de la disponibilidad horaria, y me citó ese mismo día a las 20:30.

Aproveché para visitar a un amigo que no veía hace bastante y cuando se hizo la hora llegué al local.
La entrevista duró cerca de 20 minutos, podría haber acabado antes pero al señor se le ocurrió contarme la historia del local, de su vida y darme un par de concejos amorosos basándose en su precaria experiencia.
La verdad es que hoy en día me arrepiento de haber pensado que ese viejo tenía una pizca de bueno, el acuerdo que me planteo fue que yo trabajaría 3 o 4 días de prueba (viáticos no incluidos), y que si pasaba esos días estaría a prueba (nuevamente) durante un mes, cobrando en negro (obvio) y recién si pasaba ese mes de "prueba" me pondría en blanco con un sueldo hediondo, pero en blanco al fin.

En ese momento (y en este también) me hacía mucha falta la plata, necesitaba (necesito) un trabajo lo más urgente posible, así que puse cara de persona a la que le ofrecen el trabajo de sus sueños y acepté.

Arranqué al día siguiente a la mañana, conocí a Agustín, el hijo de Eduardo que atendía el kiosco del Drugstore, se expresaba de manera un poco sobreactuada y era aparentemente “piola”, ahora que me acuerdo me recordaba mucho a un cuñado que era tremendo pelotudo. Fue él quien me explicó lo que tenía que hacer, que era básicamente saltar sobre toda persona que osara mirar en dirección al negocio, como un depredador salta sobre su presa y empezar a convencerlo de que no podía irse sin llevar aunque sea uno de los variados y carísimos productos que teníamos para ofrecerle, en pocas palabras vender, vender y vender.
Volví ese mismo día a la tarde y conocí a Maxi, un pelado que todavía no alcanzo a descifrar si me quiso ayudar y no le salió o directamente era un hijo de re mil putas al que le chupaba un huevo todo menos su propia pelada. Como sea, la relación con Maxi fue neutra, sus modos no eran los mejores y parecía lamerle un poco las bolas al jefecito Eduardo, lo cual era comprensible y no me parecía del todo mal (cada quien cuida su trabajo como quiere). Mantener una buena relación con ellos tres me interesaba poco y nada, yo sólo quería el cochino empleo, cobrar a fin de mes y nada más, así que me limité a seguir al pie de la letra las ordenes que me daban, incluso las que se contradecían entre sí.

Viernes, sábado y parte del domingo trabajé gratis poniendo todo mi empeño, poniendo buena cara a todo el que se paraba cerca del local, esforzándome para sacar al vendedor que todos llevamos dentro (?)
El sábado antes de terminar el cierre Agustín dijo algo que me dio bastantes esperanzas...
“presta atención que el lunes vas a hacer vos sólo el cierre”

¡Genial! Pensé, ya habían pasado casi tres días, eso podía significar que había logrado pasar la prueba e iban a pagarme, dos monedas pero ¡iban a pagarme!
Pero el domingo pasó algo que no esperaba. Me preparé para salir, tomé el colectivo y cuando llegué todo parecía normal. Atendí a algunas personas, vendí algunos chascos y después de atender a unos pibes que estaban ahí boludiando, me llamó mi jefazo y me dio una charla que no terminé de entender sino hasta el final…

Eduardo: cuando salís a la calle y está lloviendo, tenés que sacar un paraguas, porque si no te mojas…

Pensé –ok ¿qué carajo me está queriendo decir? Ya sé que tengo que molestar a la gente hasta que compre, pero si unos pendejos te dicen dos veces de mala gana que sólo están viendo, no se me ocurren muchas formas de buscar conversación para tratar de encajarles algo-

Eduardo: entonces vos tenés que tener recursos, ese “algo” para sacarle conversación a cada cliente en particular.

Yo: ok (y asentí con la cabeza)

Cuando estaba por ir a hablar con los mocosos, me frena y me dice “no, ahora voy yo… vos mirá”

Eduardo: hola chicos ¿qué andan buscando?

Pendejos del demonio: na’ tamo’ viendo…

Eduardo: ¿buscan algo en particular, alguna calcomanía en particular?

Pendejos: no tamo’ viendo’ (y se dieron vuelta)

No pude evitarlo, se me escapó una sonrisa burlona y por dentro me reía, pero fue indetectable (creo).
Cómo ignorando que había fracasado rotundamente se volvió y siguió diciéndome “vos no tenés ese… no sé qué que hace falta, capaz estás más para promoción…”
-Ahhhhhhhh, toda esta perorata era para echarme, listo entendí todo…- pensé.
“yo no te quiero hacer perder más el tiempo y tampoco quiero perderlo yo, dejame que pruebe a otros chicos y cualquier cosa yo tengo tus datos…”

Después de eso no pude prestar más atención a sus palabras, me invadieron una serie de pensamientos a un volumen muy alto como para poder oírlo, decía algo como: -VIEJO HIJO DE PUTA VIEJO HIJO DE PUTA VIEJO HIJO DE PUTA VIEJO HIJO DE PUTA –

Yo: bueno, gracias por la oportunidad, adiós.

Eduardo:… (Quién sabe en qué habrá estado pensando, me miraba como si hubiese sido yo el que lo echaba a él sin pagarle ni los cospeles que había gastado en ir y venir esos días)

No había mucho más qué hacer…













Continuará




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